2023
¿De qué tendré que hablar en este “espacio final”? ¿De «Un Nuevo Comienzo»? ¿Una despedida? ¿Palabras de aliento? ¿De emoción? ¿De nostalgia? ¿Un recuento?…
Las ideas rondan en mi cabeza, el peso cae sobre mis hombros, y me sobran las letras (como de costumbre) para decir lo que ya sabía desde siempre:
Jamás he podido contabilizar la vida.
Desde que recuerdo, le he huido a los números y las matemáticas sin saber que los aborrecía. El mundo me ha querido hacer entender que existe una forma de medirlo absolutamente todo como si esto de verdad se pudiera. Recuerdo las infinitas luchas por medir, fraccionar, añadir, restar o multiplicar los días, los momentos, las personas, las heridas, las noches, las risas… absolutamente todo.
Desde que la memoria me tiene a mí, el mundo trató de acostumbrarme a tener presente el día, del mes, del número del año, de la semana en la que estaba supuesta a vivir… y no sé cómo le he hecho para olvidarlo.
Mi profundo disgusto a las matemáticas me ha demostrado lo terrible que era que quisiera hacerle justicia a tan simétrica tarea de encajar la vida en unos cuantos signos y un complejo número de funciones. Con una pequeña, pero sincera risita entre dientes te digo: el tiempo que nos hemos creado pasa porque necesitamos de razones lógicas para contabilizar la vida y seguirla sin que se nos escape de la mano (y creo que ni siquiera empeñándonos en eso hemos podido lograrlo, ¿Cierto?).
Pero déjame recordarte que, desde mucho antes que se «inventaran» los números, el tiempo, el reloj, los días, las horas y los meses también, el ser humano ya medía su vida por acontecimientos trascendentes e importantes. Más que solo contabilizar la vida, en realidad, solo se hacían conscientes del tiempo y su paso cuando merecía ser contemplado y empalmado con los grandes sucesos que los rebasaban para poder sentirse (sentirnos), diminutos, afortunados y con propósito. “La mejor cosecha”, “El día en que murió el jefe de la tribu” “El primer bebé”, “La batalla perdida”, “La invención de una cesta, o un collar, o un artefacto que lo cambió todo”... todas estas cosas no se registraron con números sino con memorias. Con huellas que se quedaban en el recorrido, por las que algún día alguien iría a pasar. O en los amuletos y las rutas para saber «que aquí estuvimos». Añicos, pedazos y uno que otro rastro para que el tiempo no borre nuestro paso.
Todos estamos condenados a ser olvidados (quizá), como ese 17 de Febrero del 2023 (que si no es tu cumpleaños, no fue nada importante), o ese 25 de Abril (que si no perdiste a alguien, quizá no recuerdes qué hizo memorable ese día). La gente planea minuciosamente el calendario, se escriben en una libreta para no olvidarse de sí mismos el resto del año, dicen más fuerte que nunca “Ahora sí”, y se proponen llegar «más lejos» de lo que esta vez lo lograron.
Debo confesar que me conmueven un tanto los rostros y los ojos repletos de ilusión, de los deseos que se pueden desprender en forma de ganas, de metas.
Y me puede aún más ver como, aunque finitos, siempre le hemos temido al final.
Ese inevitable suceso por el que (quizá) y pasamos más de una vez en el año.
Somos una preciosa y perfecta contradicción, con seguridad te lo digo.
«Empieza todo» y sientes que el tiempo te basta, y quizá te sobra. Y te aseguro que últimamente al menos una vez te has preguntado: “¿Cómo es que todo pasó tan rápido?”, o “¿Cómo es que se sintió esto como un abrir y cerrar de ojos?”... ¿No es así?
La verdad es que siempre, más bien… nunca deja de sorprenderme este espacio ritual que genuinamente creamos para nosotros mismos. Estas ansias de querer «empezar de cero» que nos puede por sobre todos los números, cuentas, sucesos y buenas razones.
Así que mañana, o quizá este día (donde sea que en el mundo te encuentres) te enfrentarás al «minuto cero» para empezar lo que creerías que ya llevabas viviendo. Sí, este es tu espacio ritual para satisfacer estas ganas tan nuestras de tener «Un Nuevo Comienzo». Ojalá y te percates de este sentimiento, del primer color del cielo, el primer deseo de tus uvas, el primer propósito que pasó por tu cabeza antes de que siquiera empezaras tu lista y te percates que mucho antes de que aprendiéramos a contabilizar la vida, sabíamos vivirla.
Muchas, pero muchas gracias por acompañarme en esta primera etapa de un proyecto que comenzó en 2023 como un sueño y que hoy, me pregunto cuánto tiempo más durará. Gracias infinitas por estar aquí cada semana, por leer, por comentar, por las veces en que me dijiste “resoné”, “me gustó” “se me puso la piel «chinita»” o “me llenó de lágrimas”. ¡GRACIAS!
Porque eres la razón por la que estoy aquí, más bien, por la que sigo aquí. La razón por la que no me ha dado —tanto— miedo compartir más de mí contigo y GRACIAS por hacer de este un hermoso espacio, porque sabré que en 2023 tú y yo nos convertimos en estos Dimes y Diretes que quizá en algún futuro, nos puedan reconstruir.
¡GRACIAS!
¡TE ABRAZO CON EL ALMA!
Anilu.