Tú… vienes en forma de mariposa. Ya me he percatado. Tus alas son largas, de una forma singular, y te recubre un amarillo brillante. De esos que te saltan a la vista al primer instante. Te encuentro fácil: perdida entre las hojas, reconocida por mi mirada. Te veo en el cielo, en mis caminatas, en los patios, en mi jardín... Me parece creer que nunca estoy sola. Y eso me recuerda a ti. A tu presencia permanente y a tu "seguir luchando" contra el llanto y el olvido.
Tienes gracia, y vuelas como si el cielo que ahora habitas, tampoco tuviera un límite. Cuando te acercas, un poquito más al umbral de los mundanos, te saludo. Y sonrío al terminar esas palabras. Cuando no me salen las palabras, te lo digo en mi cabeza, y también me pinto una curvatura en la cara desde una comisura a otra. Tal vez sonrío porque sé que me escuchas. O tal vez por la alegría de saber, que me has vuelto a visitar. Y que sigues siendo, la mariposa más bella de todas. Tú… vienes en forma de colibrí. Ya me he percatado. Te recubre un verde brillante. Y han sido contadas las veces que, la fugacidad a la que perteneces, me ha dejado vislumbrar un rojo carmesí que llevas en el pecho. Me gusta creer, que vuelas rápido porque te enamoraste de no estar atado al asfalto. Y que ahora, te falta tiempo para explorar los más verdes alrededores. Me gusta pensar, que ya te hiciste amigo del aire. Y que a él, también le estás enseñado a volar.
Siempre te esperamos en la ventana a las cinco de la tarde, como de costumbre. Sin demorarte ni un minuto más, te apareces. También, como de costumbre. Se nos tensan las manos y se nos anudan las gargantas de tan solo esperar… ¡Mira! ¡Ya llegó! Y con unas pupilas un tanto inundadas al recuerdo, te contemplamos. Pareciera, que por tan solo unos segundos, te suspendes en aire. Pareciera, que vuelves para polinizar las flores más frescas de mi recuerdo… Que como aquella buganvilia, con color fácilmente llenaste. Hoy sonrío porque sus alas, me siguen enseñando a volar. Y porque despiertan esa luz tan suya, Que como polvo se asienta en mi alma y en mi mente. Sonrío por saber que ahora, son libres. Y que de todos los lugares que habita el cielo… Cerca de mí, fue donde se quisieron quedar. ¡Genios! Las alas siempre habían sido parte de ustedes, Y éramos nosotros, quienes todavía no lo sabían. Los amo y los extraño para siempre. Anilu