No es lo mismo tener las ganas de escribir, que pensar, que hacerlo. Pos-ponerlo. Encimarlo, arrojarlo, arroparlo, sin romperlo. Así es el sonido. Así es el ruido. Así es la gente. “Hacerse sentido”. Vislumbro unas ganas de saber de mí que encuentro por saber de ti, y nada más. No veo los pelos en la sopa. Ni los veo en la lengua, Cuando digo que te quiero. Dejé de lado las inmediateces. Ahora aclaro mi pelo con el mismo sol. Mis puntas se disgustan de los arranques de cerveza con las que las rociaba para amalgamar mi nula blanquitud. “Como si pudiera, como si quisiera”. Esa frase me la repito, porque me la repiten, porque se cansó de correr y yo de escaparme. Se traducen los cronopios, releo las trampas en las que caí con la sonrisa vaga y el mundo ahumado. Se quemó de la parte de abajo y no lo probé antes de tragarlo. “Pedimos pizza y con eso se arregla”. Mamá arregla todo con un tazón de caldo caliente. Son soluciones diferentes. Diferentes, pero afortunadas. No creas todo lo que sucede por casualidad, por pura magia. El horóscopo no predice tu futuro. Eres tú quien te enajenas hasta darle la razón. Salí a buscar las grietas, a hacer reír a la hoguera, a que la batalla pierda. Y me topé con que las rimas me dejaron de funcionar desde hace tiempo. Desde que abandoné la linealidad de dicho tiempo. Ahora mis calendarios son circulares. Se vuelven una corona, una dona, y una moneda de la misma circunferencia. Se amoldan para ver si las alcanzo. Como si pudiera, como si quisiera. Terminaron por ser del mismo diámetro que la propia luna, que la misma tierra. Apostaron por volverme reina, hacerme circundante, y enseñarme a echar un volado. “No hay que dejarle propina a quien estableció el calendario”. Nos recorrió miles de años que podíamos haber aprovechado. Recolectando mandarinas del árbol y bebiendo vino en una época más… Más joven Más distante Más distinta Más humana Ojalá. Dejo los plumones de lado, ahora escribo con sangre. —Se llama “madurar”— mi maestro me aconseja Como si supiera, como si quisiera. —“Es que quiere regresar”— mi voz interna resuena cuando dice lo que siente antes de pasar al frente. Sentada y apunta lo siguiente: El recreo es hasta que la campana suene. Salí media hora antes para ilusionarme con el sonido de la libertad. La libertad me llamaba, como me llama ahora cuando rezo antes de dormir. Es el mismo sentimiento, oratoria distinta, destinatario equivalente. Dicen que la ciencia necesita de las matemáticas para hacerles frente. Y que estas dos, necesitan del arte para llegar a la gente. Que este último hace que valgan la pena. Que sigamos siendo el arte que vale la pena. Descifré al team frío y me di cuenta que, en verdad, solo quieren el calor en tiempo helado. —“Estamos cortados por la misma tijera”— dice mi abuela. Me empeño en encontrar las partituras que nos diferencian de la otra para ver si es normal. Si es normal, o si nunca nos debieron haber cortado. Separado. A un lado. Dividido. Terminado. Nos empeñamos en llegar al otro lado del lugar, Pero déjame decirte esto antes de que te vayas: No es lo mismo tener las ganas de escribir, Que pensar, Que hacerlo.
Te abrazo,
Anilu
Me encanto!