Ayer, como casi todos los «finales de año»… me escribí.
Y como resultado, terminé con una lista que titulé “24 Cosas Que Aprendí del 2024”.
Si te confieso, le he adoptado un cariño peculiar a escribir en formato de «lista». Y, por alguna razón, me permito a mí misma extenderme en espacios, como este, que me dejan escrutinar en los detalles.
(Quizá te hable extensamente de estas listas más adelante).
Pero hoy, vengo a decirte esto:
Cada año, mantengo con ilusión la peculiar tradición de decirme algo a manera de “conclusión”. Como «cosas» que quiero recordar para “terminar” el año, o para mantener presente para principios del siguiente.
Hoy, por primera vez, esta lista de 24 cosas fue lo que me hizo sentir un final como final, y un principio como un futuro principio. Porque de lo contrario, he de confesar, aún me encuentro en este limbo de sentir estas fechas como un «medio tiempo» que se vuelve necesario para recuperar fuerzas, tomar agua y seguir con la otra mitad del partido.
Seguro los «cierres de año» se han de reír de vernos coquetear tan de cerquita con esa transición entre lo que fuimos, y lo que estamos por ver que somos.
Esa transición entre el sentido y el significado, le llamaría yo.
Y seguro se nos vuelve un tanto habitual coronar al «medio tiempo» como un partido ganado (o perdido) dependiendo de sus detalles escrutinados.
Nos pasa desapercibido reconocer, que ya nada es igual que antes, igual que nunca, igual que siempre.
Ahora cada pisada tiene algo de diferente, siempre lo tuvo.
Me percato de lo mucho que me reconocía al sentir ese «medio tiempo» como justamente eso: un porvenir que tiene mucha esperanza en mí, y yo en él.
Una apuesta que no se tiene, sino que se crea.
Una eventualidad llena de detalles e inmediaciones.
Sin embargo, ayer que me escribía a mí misma, pensaba en qué hacía los finales sentirse como finales, y a los principios sentirse como principios.
La respuesta fue irónica.
«Que el tiempo sea tiempo» me dije yo.
Y por mucha amistad o enemistad que haya tenido con él. La respuesta no me hizo del todo sentido, pero tampoco fue del todo una mentira.
No he encontrado otra respuesta que se asemeje lo suficiente a mi lista. (Aún).
Y por eso hoy, se siente preciso escribirle al tiempo, por ser tiempo.
Y se siente preciso escribirte a ti, por ser tú (y decidir leerme).
Sigo en búsqueda de las palabras precisas para hablarle al tiempo.
Y quizá también sigo buscando las palabras puntuales para agradecerte a ti.
Y me he dado cuenta, de que siempre me encontraré a mí misma buscándolas.
Y que siempre me buscaré a mí misma encontrándolas.
¿Me explico?
Pero si pudiera decirle algo al tiempo, le diría lo siguiente:
Esta frase me la compartió mi amiga Natalia hace unos días. Me dijo que hace un año fue que la escribió en su libreta, y no lo había vuelto a leer hasta ahora.
Como no supe cómo traducirlo, te lo comparto completo y sin intervenciones:
“Quiero derramar mi alma entera en lo que está por venir”.
No creo que exista algo más nítido por lo que siento, por lo que estoy viviendo, que esto.
Entregar mi alma entera a ese “significado” y a ese “sentido” que (quizá) aún no aparece, pero que siempre ha estado impregnado en todo lo que hacemos.
En todos los detalles.
En todos los finales que se sienten como finales.
Y en todos los principios que se sienten como futuros principios.
Derramar mi alma entera en ese porvenir que no ha dejado de sorprenderme con su perspicacia de aparecer, y yo, de quedarme.
Y si pudiera decirte algo a ti, te diría esto:
Qué belleza encontrarnos siempre en este portal atemporal que, ahora entiendo, es mi lista, mi «medio tiempo» teñido de palabras.
Gracias por ser el lugar donde derrame parte de mi alma.
Por escrutinar mi sentido.
Por retornarme el significado.
Y por habitar, también, la falta de ambos.
Estoy agradecida de convertirnos en esa especie de consuelo y de coro unánime que se dispone a escribirme. Y que tú, dispones a leer.
Gracias por acompañarme un año más en estas ganas de derramarnos de vida hasta que se nos refleje en todos lados.
Te abrazo profundamente.
Con todo el sentido y con todo el significado.
Anilu
"Quiero derramar mi alma entera en lo que está por venir" que buen mantra para llevar a cabo diariamente.
Al final, si no la hacemos todo de alma y corazón ¿qué quedan? ¿Medias tintas?
Super interesante!